Sus primeros trabajos fueron totalmente abstractos, todavía lejos de sus grandes dimensiones posteriores, basados en el movimiento conocido como process art (arte en proceso) donde: «Lo importante de esos primeros tiempos era el proceso creativo, no el resultado final». En esta época, el artista se basó en cuatro principios para crear: to hurl, to split, to roll and to heap (arrojar, rajar, rodar y apilar), experimentando además con las propiedades plásticas de materiales como el cuero, el neón o el plomo.
Serra realizó para su galería unas cien esculturas arrojando plomo derretido contra una pared y contra el suelo, para que el metal se estrellara antes de solidificarse y creara así las más puras formas.
Vinieron otras grandes obras caracterizadas, sobre todo, por sus formas (grandes rollos en forma de láminas) y por su material (el acero corten), cuya composición química produce una oxidación que protege la pieza de la corrosión del exterior sin a penas perder sus propiedades. El artista, además, buscaba la manera de unir la obra con su ubicación en lo que se ha llamado land art, que trata de liberar a la escultura de los límites de la talla y el entorno. Surgen así piezas como la serie Snake(Serpiente), creada ex profeso para el Museo Guggemheim de Bilbao, en su inauguración, o Equal-Parallel-Guernica-Bengasi, para el Reina Sofía de Madrid, con el deseo de que el público que las visitara, las recorriera por entero, las atravesara, las «viviera».
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